Y como toda persona, ni ese calificativo te mereces,
o más bien por el hecho de ser humano,
algún día la cara se desvanece.
Se cae. De vergüenza.
Quién te diría a ti, que un día como otro cualquiera, sólo te quedaba aferrarte a la cruz de su sonrisa. Y joder, cómo iluminaba. Como un otro día más, te despiertas, y te conviertes en el tópico de enamorado que tanto habías odiado.
Hipócrita.
Siempre jurando no enamorarte y luego pretendes que permanezca en tu cama la que ha dejado su olor en tu sofá. "Hasta el más tonto se termina enamorando" y sonreías, como si eso no fuera contigo. Ni siquiera te diste cuenta de que no hay nadie inmune al cariño.
Qué asco de fachada tienes y como te la está comiendo el orgullo.
- Me acaban de explicar que hay sensaciones insustanciales.
Pero me he dado cuenta de que aún más personas.
Mejor no digas nada. Ya te cuento yo todo.
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