Que igual me acuerdo de mí un poco, menos.
Bien, hablando de metáforas. ¿Qué haces paseando por encima de mí? Qué forma tan irónica de pisarme. Deberías pensar en algo más sutil. Porque me desgasta.
Te miro como anestesiada, perdida.
Y no es por ti. Es por ti.
Entiéndelo, antes de tú, yo, era más yo.
Pero como todo dependiente del cariño, antes de pensar, actúa. A veces no es bueno eso de necesitar, y gracias que no lo digo por experiencia. No es que lo repela o rechaze. Es una simple forma de vida. Más bien, de pensar. Quizá la necesidad sea la evidencia del amor. O del odio. Nadie depende de otro, sino que todos somos rutina, y si la rompemos, todo se vuelve neutro. Pronto aparecerá otra rutina. Vuelta al cero, círculos viciosos. Y quizá luego te arrepientas de haber vuelto. O seguirás pensando en como volver. Quién sabe qué.
Madrid esta mañana ha amanecido con complejo de Londres.
Eras el Sol del veintiún de diciembre, en Abbey Road...
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