Amanecimos en el mismo bar donde vimos anochecer,
no escuché otra voz que no fuera la tuya;con Salem recitando de fondo, poesía que intentaba comparar con tu vida. No sabía a lo que se enfrentaba.
Teníamos los ojos rojos de respirar humo,
y agujetas en los labios de hablar,
de sonreír, (ojalá de besar)
Pero cada vez que inspirabas humo, parecía que respirabas cada pequeña parte de mí que me sobraba. Y que poco a poco te empezaba a pertenecer.
Bailabas como si alguien fuera a componer con tu movimiento;
conseguiste que aprendiera a mover los pies,
(espero no haberte hecho mucho daño con mis tropiezos).
Pero el cómo cojones hablabas, tu forma de respirarme. Esta parte que cada vez era más tuya; era cada vez más tuyo.
Mirabas a tu alrededor y me preguntabas:
"¿Cómo viven tan felices si parecen decapitados?"
Tienes razón, (en todo lo que dices.)
Ni piensan, ni sienten. Les va el corazón y la razón por caminos bifurcados. "Que filosofía de vida más sencilla de llevar a cabo."– respondía yo mientras el corazón me daba un vuelco.
Y yo mientras me preguntaba:
"¿Qué está haciendo conmigo?"
No literalmente. Sino con lo que soy yo.
Mis valores e ideales había perdido el sentido después de sus ojos. Creo que esta noche voy a escribir sobre ella. De cómo enamorarse en una noche.