Entró por la puerta de atrás.
Era de las que llamas y la tienes en la puerta de servicio a la altura del felpudo, las que no quieren respeto porque les sobra con comparaciones. Y mira que a mí esas siempre me han parecido odiosas. Pero parecía masoquismo emocional lo que reinaba en sí.
Era de las que en menos de dos noches instauraba su república en tu cama
y su colonia en tu almohada,
su cepillo en tu baño,
su teoría en tu drama.
-¿Esta noche repetimos? Había pensado en ir a aquel que...
-Tú pensabas durar hasta por la mañana, ¿no?
No subestimes nunca a un sentimiento femenino. Experiencia.
Es amor aleatorio.
Y salió por la puerta grande.
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