Me pierde si me mira, me enloquece si me roza.
Vuelve, como si nada hubiera pasado. Como si de un pequeño déja-vu se tratara. Pero ya le conoces, no puedes cambiarle. Su camisa abierta y sus vaqueros desabrochados. No te conviene, eres consciente pero también sabes que dependes de su correspondiente sonrisa. De cada centímetro de ropa que te quita y de su facilidad para hacerte creer especial. Nadie sabe llenarte la cama y el cuello de besos, como lo hace él. Pequeña atracción fatal.
"Nadie podrá llegarte a la suela de los zapatos, princesa"–te tiene ganada.
m/olivé
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