Escogí el día más horrible para escribirte, pero pocas veces me habías hecho tanta falta. El día cero. Lo que queda, lo que falta. Todo es cero. Y no es urgencia ni absoluta necesidad, son mis odiosas ganas de que empiece de nuevo.
Si pretendes entenderlo, ni lo intentes. Son sentimientos. Tan incomprendidos como incomprensibles; considerados mariposas por algunos y problemas para otros. Todos lógicos desde el punto de vista que lo miramos nosotros. Personalmente, más mariposas que problemas. Por todo eso, no quería tenerte cerca, pero te quería sin esquemas. Tan redundante como extraño, no sabría como explicarlo sin hacer daño.
Es como intentar explicarle al invierno que no me afecta con tu calor.
A mí las explicaciones se me dan mejor con besos que con palabras.
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