Siempre me hablaste de los versos de los domingos,
de las sonrisas el lunes de madrugada,
de los laberintos del corazón.
Hablábamos de los atardeceres con Madrid bajo tus pies, de que hacía mucho que no veía atardecer tan bonito; hablábamos de que nunca habíamos querido a nadie sin abrazarle antes, nunca habíamos conseguido sentir sin conocer. Hablábamos de que somos capaces de enamorarnos de nuevo cada puesta de Sol, y no somos capaces de querer sin valorar–Ni nosotros y ni cualquiera que quiera de verdad
La perfecta conjunción del huracán y la calma
No hay comentarios:
Publicar un comentario